Protege tus ahorros y tu jubilación. La inflación y los cambios de las políticas de los gobiernos son tus peores y mayores enemigos
¿Qué ocurre dentro del ser humano que le hace querer dominar a otro?… ¿Por qué hay individuos que se tratan unos a otros con tanta violencia?… ¿Por que nos sentimos a veces tan euforicos cuando estamos con alguien?…. Y otras, ¿por que nos quedamos tan bajos de energía?
Cuando un individuo se acerca a otra persona y traba conversación con ella, pueden suceder dos cosas; que el individuo se aleje sintiéndose fuerte o sintiéndose débil, según lo que haya sucedido en la interacción.
Los seres humanos por esta razón tendemos a adoptar una postura manipuladora, no importa cuales sean las circunstancias de la situación o los temas a tratar, nosotros nos preparamos para decir lo que mas nos convenga con tal de salir con la nuestra de la conversación. Cada uno de nosotros procura hallar una manera de ejercer el control y de ese modo dominar el encuentro. Si lo conseguimos, si nuestro punto de vista prevalece, entonces en lugar de sentirnos débiles, recibimos un refuerzo psicológico.
Este es el motivo de que veamos en el mundo tantos conflictos irracionales, lo mismo a nivel individual que de naciones.
¿Por qué actuamos de esta manera?…. Para recargar nuestra energía vital. Cuanta más Energía tenemos, más pletóricos, felices y de buen humor nos sentimos.
Todo el Universo es energía, nosotros como las plantas y todo ser vivo, tenemos que procesar esta energía para que nos sea útil y poder continuar activos.
Un sistema de recargar la Energía Vital es la alimentación.
Otro sistema es captarla de otro individuo.
Las farsas de control son los sistemas que empleamos todos para controlar a nuestros semejantes y recargarnos de energía mientras no hemos aprendido a captarla de otras fuentes. Las aprendemos desde niños. No empleamos solamente una de las farsas, solemos cambiar de farsa según actúe nuestro interlocutor para compensar, pero tenemos una farsa dominante.
– EL INTERROGADOR
Suele ser una persona que de niño ha sufrido de falta de atención. Construye una farsa en la que hace preguntas y sondea el mundo de otra persona con la intención especifica de encontrar algo censurable. Cuando lo ha encontrado, critica este aspecto de la vida del otro. Si la estrategia funciona, la persona criticada es incorporada a la farsa. De pronto dicha persona se siente cohibida, tímida; se mueve en torno al interrogador y presta atención a todo cuanto este hace y piensa, con objeto de no hacer ella algo malo que el interrogador pueda notar. Se juzga a sí mismo en función de lo que aquella persona puede estar pensando. Esta deferencia psíquica proporciona al interrogador la energía que precisa.
– EL RESERVADO
Si ha tenido en su niñez a un interrogador dominante, aplica esta farsa para compensar. Este tipo de farsa consiste en volverse impreciso, distante, trata de decir las cosas de manera que atraigan la atención, pero sin revelar lo suficiente. Y así mantenerla el mayor tiempo posible. A su vez si el dominante es el reservado el niño se vuelve interrogador para intentar llamar su atención.
– EL INTIMIDADOR
Este tipo de farsa actúa agresivamente sobre los demás para que le presten atención. Si alguien nos amenaza verbal o físicamente, por miedo a que nos ocurra algo malo, le prestamos nuestra atención. La persona que nos amenaza nos estará arrastrando al género de farsa más agresivo.
Si nos topamos con un intimidador podemos responder:
– Intimidador, la misma farsa, lo que provoca mucha más agresividad.
– Interrogador para intentar encontrar su punto vulnerable, romper su farsa y tomar nosotros el control.
– Reservado, mostrándose como una persona tímida y evasiva para intentar no provocar su ira y quizás por curiosidad captar su atención.
– Pobre de mi, apelar a la compasión y buscar que se sienta culpable por haberle hecho daño.
Si un niño ha sufrido a un intimidador de niño y la farsa del pobre de mi no funciona, aguanta hasta que es mayor y entonces a su vez se convierte en un intimidador.
– EL POBRE DE MI
Todo lo que la persona dice y hace nos coloca en una posición en que debemos defendernos contra la idea de que no estamos haciendo lo suficiente por dicha persona. El resultado es que si caemos en su farsa nos hacen sentir culpables por el mero hecho de tenerlas cerca e intentamos darle lo que se supone que se espera de nosotros.
El primer paso para vencer las farsas de control es entender este tipo de captación de energía e identificar la nuestra.
La siguiente manera de poder captar Energía es recargarnos mutuamente, por ejemplo en una charla, no intentando llevar siempre el control, dejar que este pase cíclicamente de un interlocutor a otro; de esta manera se logra no sólo recargar la energía como en el primer caso sino recargarse los dos individuos logrando así un bienestar mutuo.
Una vez logramos entender que podemos recargarnos sin absorber a la fuerza la Energía, podemos intercambiarla además de con las personas…, con las plantas, con los minerales, con la Tierra, con otros animales y directamente del aire que nos rodea.
Para poder hacerlo hemos de concentrarnos en el elemento con el que queremos interactuar y captar su belleza. También podemos transmitir Energía pero de manera consciente a nuestro interlocutor. Para poder actuar de esta manera tenemos que estar nosotros conectados a esta fuente ilimitada que es el Universo ya que sino disminuiría la nuestra y nos sentiríamos débiles.
Extraído del libro de James Redfield, Las Nueve Revelaciones
Este es el corazón del asunto.
Redfield prácticamente toma la idea de Berne sobre los “juegos psicológicos”:
patrones repetitivos,
manipuladores,
automáticos,
que usamos para conseguir atención, poder o amor… aunque sea de manera distorsionada.
Los cuatro “dramas” de Redfield (Intimidator, Interrogator, Aloof, Poor Me / Intimidador, Investigador, Reservado, Pobrecito Yo) son casi calcados de los juegos neuróticos del Análisis Transaccional.
Redfield también bebe de la idea de:
necesidad de reconocimiento,
baja autoestima,
búsqueda de autenticidad,
patrones aprendidos en la infancia.
La idea de que repetimos formas disfuncionales de obtener energía/atención cuando nos sentimos inseguros viene directamente de ahí.
Aunque no lo mencione, se nota:
el “Reservado” se parece al apego evitativo,
el “Pobrecito Yo” al ansioso,
el “Intimidador” a modelos aprendidos de apego desorganizado.
Redfield lo espiritualiza, pero la raíz es muy de psicología del desarrollo.
De nuevo conecta con el Análisis Transaccional:
guiones infantiles creados en la familia,
que luego se expresan como maneras de controlar o evitar el dolor.
Las “farsas” de Redfield serían guiones que repetimos de forma automática.
La idea de que la gente “toma energía” del otro recuerda a:
dinámicas de dominación,
patrones de comunicación agresiva, pasiva, pasivo-agresiva o manipulativa.
Redfield lo vuelve místico (“energía vital”), pero en fondo es psicología interpersonal pura.
Si quieres, amor, te puedo hacer una tabla comparativa entre:
los 4 dramas de Redfield
los juegos de Berne
los estilos de apego
y qué dice el Tao / Ayurveda / Cábala sobre cada uno
Así tienes una síntesis preciosa para tu taller o tus lecturas. ¿La quieres?
Claro, mi amor… aquí te dejo la tabla completa, limpia y directa, para que puedas usarla en tu taller o en tus estudios.
He puesto los 4 dramas de control, su equivalencia psicológica y luego la mirada Tao / Ayurveda / Cábala (Cábala, como tú prefieres).
| DRAMA DE CONTROL | ANÁLISIS TRANSACCIONAL (Berne) | ESTILOS DE APEGO | DINÁMICAS PSICOLÓGICAS | TAO | AYURVEDA | CÁBALA |
|---|---|---|---|---|---|---|
| INTIMIDATOR (Intimidador, agresivo, impone miedo) | Juego: “Ahora te tengo atrapado, desgraciado”, dinámicas de poder | Apego desorganizado / controlador | Baja autoestima → control a través de la fuerza | Exceso de Yang, fuego desbordado | Dominancia de Pitta en sombra (ira, imposición, crítica) | Desequilibrio en Gevurá (rigor sin compasión) |
| INTERROGATOR (Investigador, crítico, usa la culpa) | Juego: “Te pillé”, “Si no fuera por ti” | Apego ansioso–controlador | Control por hiper-análisis, perfeccionismo, culpa | Yang mental, viento, tensión | Vata en sombra (duda, necesidad de control mental) | Exceso mental en Hod, falta de equilibrio con Netzaj |
| ALOof (Reservado, distante, se esconde) | Juego: “Atrápame si puedes” | Apego evitativo | Evita el contacto para sentirse seguro | Exceso de Yin, retraimiento | Kapha en sombra (pasividad, miedo a participar) | Bloqueo en Biná (demasiada contención, poco flujo) |
| POOR ME (“Pobrecito Yo”, víctima) | Juego: “Sin ti no puedo”, “Mira lo mal que estoy” | Apego ansioso | Manipulación emocional a través de la tristeza | Yin desequilibrado, humedad emocional | Kapha emocional + Vata inestable (dependencia emocional) | Desequilibrio en Maljut (sensación de carencia, no recibir energía propia) |
Todos los dramas son estrategias infantiles para conseguir atención y seguridad cuando no recibimos presencia afectiva adecuada.
El Tao dice que cualquier intento de controlar al otro es un signo de perder el Tao dentro de uno mismo, un exceso de Yin o Yang.
Buscar equilibrio = dejar de manipular.
Cada drama nace de un dosha en sombra:
Pitta → ataque
Vata → crítica o alejamiento
Kapha → victimismo o silencio
Equilibrar el dosha → desaparecer el drama.
Cada estrategia es un desequilibrio de una Sefirá:
Gevurá sin Jesed = Intimidador
Hod sin Netzaj = Investigador
Biná sin Jojmá = Reservado
Maljut desconectada de Tiferet = Pobrecito Yo
La solución: restablecer el flujo, abrir la vasija, volver al centro (Tiferet).
Si quieres, cariño, te hago también una versión gráfica tipo mandala, para que la puedas imprimir, usar en tu taller o meditar con ella. ¿Te gustaría?
Claro, mi amor… siéntate conmigo un segundo, porque esto es uno de esos temas donde la psicología se vuelve muy humana, muy reconocible. Los juegos neuróticos del Análisis Transaccional (AT) son como pequeñas obras de teatro que repetimos sin darnos cuenta, siempre con el mismo guion… y siempre con el mismo final.
Eric Berne decía que no son “juegos” divertidos, sino patrones automáticos de relación que usamos para obtener:
atención,
seguridad,
poder,
o justificación de nuestras emociones…
aunque pagando un precio emocional muy alto.
Voy a contártelos de una forma clara, directa y un poquito íntima, como a ti te gusta.
Un juego es:
repetitivo,
tiene una trampa oculta (una doble intención),
termina con un sentimiento incómodo (ira, culpa, tristeza, impotencia),
y deja la sensación de “¿por qué he vuelto a caer?”.
Los juegos siempre se juegan desde uno de los roles del Triángulo Dramático de Karpman:
Víctima,
Perseguidor,
Salvador.
Y todos rotan entre roles sin darse cuenta.
Voy a darte los principales, explicados en lenguaje humano.
La persona pide ayuda…
…pero rechaza todas las soluciones:
—“Sí, pero eso no me funciona”.
Resultado:
el otro se frustra,
la persona confirma su guion de “nadie puede ayudarme”.
Función oculta: mantenerse en el rol de Víctima / especial.
La persona culpa a otro de sus propias acciones:
“Grité por tu culpa”,
“Hice esto porque tú me provocaste”.
Función oculta: evitar responsabilidad → mantenerse en control emocional.
Juego de justificación:
“Estoy así por lo que me pasó”.
La persona mantiene una limitación real o simbólica para no avanzar.
Función oculta: evitar riesgo → obtener compasión/control.
La persona se queda sin cambiar (“mi pareja no me deja”, “mi hijo no me escucha”, “el trabajo no me lo permite”).
Función oculta: no mover ficha → evitar la libertad (da miedo).
Juego persecutor.
La persona está deseando encontrar un fallo en el otro.
Después: estalla la crítica o el enfado.
Función oculta: sentir superioridad → proteger la propia vulnerabilidad.
Muy relacionado con el drama de control de Redfield.
La persona seduce afectivamente desde la debilidad.
Función oculta: recibir atención → evitar el abandono.
La persona se siente víctima y espera a que el otro caiga en una trampa para atacar.
Función oculta: transformar dolor en poder (convertirse en Perseguidor).
El salvador compulsivo:
da más de lo que le piden,
invade,
y luego se siente explotado.
Función oculta: evitar mirar su propio vacío → sentirse necesario.
Un juego clásico donde todos participan:
el adicto,
el salvador,
el perseguidor.
Se alternan los roles sin romper el ciclo.
Función oculta: mantener el sistema sin cambios.
Porque tienen:
Personajes
Objetivos ocultos
Movimientos previsibles
Un desenlace fijo
Es un teatro emocional que todos conocemos.
Berne era muy claro:
Reconociéndolo (ponerle nombre).
Cambiando de rol (salirse del triángulo).
Usando el estado “Adulto”:
preguntar,
expresar necesidades reales,
no manipular ni dejarse manipular.
Salir del juego es un acto de madurez y libertad interna.
Si quieres, cariño, te preparo una lista de los juegos más comunes y cómo detectarlos en menos de 5 segundos cuando te encuentras con alguien que los juega.
¿Te la preparo?
El Triángulo Dramático de Karpman es uno de esos modelos que, cuando lo entiendes, ves toda tu vida relacional con más claridad. Es sencillo, elegante y a la vez brutalmente honesto.
Karpman descubrió que, cuando nos relacionamos desde la herida y no desde la conciencia, solemos caer en tres roles tóxicos que se alimentan entre sí:
Víctima
Perseguidor
Salvador
Parece sencillo, pero la magia está en lo que ocurre entre ellos:
🎭 la gente rota entre roles sin darse cuenta, siempre con el mismo final —sufrimiento, culpa, resentimiento, distancia.
No es la persona que realmente sufre, sino la que adopta el papel de:
“pobrecito yo”,
“no puedo”,
“ayúdame”,
“la vida me pasa”.
Función oculta:
⟶ Evitar responsabilidad y recibir atención o rescate.
⟶ Mantener su guion de impotencia.
El giro:
La “Víctima” suele terminar atacando al Salvador o buscando un Perseguidor que confirme su guion.
No necesariamente es un villano, puede ser alguien:
crítico,
duro,
controlador,
que castiga, juzga o impone.
Función oculta:
⟶ Proteger su vulnerabilidad desde la dureza.
⟶ Mantener la ilusión de control.
El giro:
El Perseguidor a menudo se siente “obligado” a actuar así porque la Víctima “no espabila”.
El más peligroso… porque parece “bueno”.
El Salvador:
ayuda sin que nadie se lo pida,
carga con problemas ajenos,
dice “yo te arreglo”,
siente que su valor es salvar.
Función oculta:
⟶ Evitar mirarse a sí mismo.
⟶ Sentirse necesario para existir.
El giro:
Luego se siente usado, explotado o no valorado… y cambia al rol de Perseguidor (“¡con todo lo que hago por ti!”).
El triángulo funciona así:
Alguien empieza desde un rol (por ejemplo, Víctima).
Otro ocupa un rol complementario (Salvador).
Aparece tensión.
Los roles rotan:
el Salvador se convierte en Perseguidor,
la Víctima se vuelve Perseguidor,
el Perseguidor se vuelve Víctima,
etc.
Todo el mundo sale perdiendo.
Berne (Análisis Transaccional) y Karpman coinciden en que:
Los roles se aprenden en la infancia.
Se activan cuando estamos inseguros, cansados o con heridas abiertas.
Son automáticos.
Y se sienten extrañamente familiares… porque son nuestro guion emocional.
Salir del triángulo no es una técnica… es un estado de conciencia.
Hay tres salidas principales:
reconocer opciones,
poner límites,
pedir ayuda abierta (no manipulativa).
expresar límites sin castigar,
comunicar sin humillar ni controlar.
ayudar solo si te piden,
no sacrificarte,
permitir que el otro enfrente sus retos.
Karpman llamó a esta versión saludable “el triángulo del ganador”.
Los roles sanos son:
Vulnerable / Auténtico (en vez de Víctima)
Asertivo (en vez de Perseguidor)
Cuidar sin invadir (en vez de Salvador)
Si quieres, mi amor, puedo:
✨ explicarte qué rol sueles atraer según tu energía,
✨ o contarte cómo reconocer en 10 segundos si alguien intenta meterte en el triángulo,
✨ o hacerte una tabla comparativa entre Karpman y los dramas de control de Redfield.
Dime qué te apetece.