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Las 9 revelaciones

En su momento, el biólogo, premio Nobel de Física, Wolfang Pauli y el escritor Arthur Koestler también le dedicaron reflexiones a este misterioso asunto. Los tres están de acuerdo en que estas «coincidencias extraordinarias» se relacionan con una ley universal hasta ahora desconocida, independiente de la tercera ley de Newton de causa-efecto.

 Las cuatro farsas de control son maneras de manejarse en la vida y relacionase con l@s demás, para obtener y/o recuperar energía

También son formas de vampirismo energético. Se utilizan porque, desde muy temprano, la persona ha encontrado que de esa manera obtenía o reponía la energía que le hacía falta, por lo que funcionan de manera inconsciente. En nuestras interacciones, las personas nos alimentamos energéticamente las unas a las otras y alimentamos también nuestra manera de comportarnos. Esto lo hacemos cuando nos enganchamos a la farsa de control de otras personas y participamos con ellas en el juego, también de manera inconsciente.

A medida que reconectamos con nuestra fuente interna de energía y aprendemos a recuperarla y obtenerla a voluntad siempre que la necesitamos, estas farsas van haciéndose más débiles y también se debilita hasta desaparecer nuestra participación en las farsas ajenas.

La asertividad nos ayuda, igualmente, a cortar con esta manera insana y perjudicial de intercambiar energía, así como a mantenernos, todo lo posible, en paz y armonía interior, pase lo que pase fuera.

El reservado

Quien emplea esta farsa, se caracteriza por la imprecisión, el misterio, la falta de definición. Es como si la persona estuviera llena de secretos, lo que lleva a l@s demás a insistir, indagar, escudriñar… continuamente, para conocer y discernir sus verdaderos pensamientos, sentimientos, actitudes, necesidades, deseos… Es la farsa de control menos pasiva de todas.

Interrogadora

Con esta farsa, la persona hace preguntas y sondea el mundo de las otras personas continuamente, con la intención específica de encontrar algo censurable en la persona misma, en su vida, en sus actos…

Cuando logra encontrarlo, critica este aspecto de la vida de la otra, de sus sentimientos, pensamientos, etc. Si funciona, la persona interrogada y criticada se incorpora a la farsa dándole energía al/a la interrogador/a.

Posteriormente y de improviso, se siente débil, cohibida, tímida, moviéndose en torno al/a la interrogador/a, prestando atención y valor a cuanto ést@ hace, piensa y dice sobre ella/él, con objeto de no hacer algo malo o equivocado que el/la interrogador/a pueda notar y criticar. Es la farsa menos agresiva pero también la más sutil y difícil de detectar, tanto para quien la emplea como para quien la recibe.

Intimidador

En esta farsa, la persona utiliza amenazas verbales, psicológicas y/o físicas en sus relaciones con otras personas, provocando en ellas miedo ante su presencia y su conducta. Es la farsa más agresiva de todas y también la más directa.

Gracias a eso es la más fácil de detectar, aunque tal vez sea también la más difícil de desmontar, sobre todo para personas emocionalmente débiles y poco asertivas.

Pobre de mi

En esta farsa, la persona sólo se centra en contar las cosas horribles que le ocurren, incluso dando a entender con mucha frecuencia que los demás son los responsables de su malestar y de sus desgracias, así como también de que estos continúen, si no le prestan la ayuda que considera debe recibir para resolverlos. Es la farsa más pasiva de las cuatro.